El avión es el medio de transporte más seguro aunque es necesario seguir mejorando el sistema a través de la inversión en formación y tecnología.
El mes de julio ha sido trágico para la aviación comercial. El día 17, el vuelo MH17 de Malaysia Airlines fue abatido cuando sobrevolaba Ucrania con 295 personas a bordo, entre tripulación y pasaje. Menos de una semana después, un avión de TransAsia realizó un aterrizaje de emergencia en el aeropuerto de Megong, en Taiwan, en el que fallecieron 47 personas y el día 24 julio, el vuelo AH5017 de Air Algérie, operado por la española Swiftair, se estrelló al sureste de Mali con 116 personas a bordo. Tras estos tres sucesos muchos viajeros se preguntan estos días si es seguro viajar en avión.
Si atendemos a las estadísticas, según el Aviation Safety Network, base de datos que centraliza el registro de incidentes y accidentes de seguridad en aviación desde 1919 gestionada por Flight Safety Foundation, a lo largo de las últimas décadas la cifra anual de accidentes aéreos con víctimas mortales se han reducido drásticamente. Mientras en 1948 se registraron 85 accidentes, siendo éste el año con mayor número de siniestros, desde el año 2001, esta cifra se ha estabilizado en torno a los 30 accidentes anuales. Destacan años como 2012, con 23 accidentes, y 2013, con 29 (Acceda aquí a los datos elaborados por Aviation Safety Network). Siguiendo estas cifras, pese a los trágicos sucesos del mes de julio y la desaparición del vuelo MH370 de Malaysia Airlines, durante el 2014 se está manteniendo el promedio de los años anteriores.
La aviación es el modo de transporte más seguro. Según la Asociación Internacional del Transporte Aéreo, IATA, en 2012, se realizaron 29,6 millones de vuelos, lo que establece un ratio de menos de un accidente por cada millón de operaciones. Asimismo, el sector aeronáutico está muy regulado. La Organización de Aviación Civil Internacional, OACI, agencia de la Organización de Naciones Unidas, elabora normas y recomendaciones estrictas internacionales. Por su parte, la Unión Europea elabora directivas, de obligada transposición en cada Estado miembro. En España las competencias las asume la Dirección General de Aviación Civil, DGAC, y la Agencia Estatal de Seguridad, AESA. En este contexto, la labor de los controladores aéreos es la de separar, ordenar y acelerar el tránsito de las aeronaves manteniendo los estándares de seguridad, apoyándose en la tecnología a su disposición y su pericia, siempre siguiendo regulaciones internacionales.
Como recuerda la IATA en su última memoria anual “a pesar de los magníficos resultados sobre seguridad, no debe ocurrir ningún accidente. Por ello, no hay lugar para la complacencia. El sector y sus reguladores deben seguir buscando mejoras”. En este sentido, hay que subrayar la necesidad de seguir mejorando los estándares de seguridad a través de la inversión en la formación de los profesionales y en tecnología.