No podía ser tan perfecto. Después de completar con excelencia el proceso más peliagudo de la misión Rosetta, el aterrizaje del módulo Philae sobre un cometa que viaja a 36.000 kilómetros por hora, han aflorado algunos fallos técnicos. Y es que, según la ESA, la toma de contacto con la superficie no ha sido tan placentera como quisiéramos.
«El aterrizaje fue suave y según lo previsto, pero los arpones no se dispararon», explicaron a última hora de ayer desde la agencia espacial. Los arpones son los elementos de más fuerte sujeción con los que cuenta el lander, pero no los únicos. Posee también tres tornillos, uno por pata, que se accionaron nada más tocar el suelo. Así, el módulo estaría estable, aunque no fijado convenientemente para soportar con garantías los 100 kilos que pesa.
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