La cuestión de si Aena mantiene o rebaja las tarifas que cobra a las compañías aéreas por sus operaciones en los aeropuertos españoles está a un paso de convertirse en asunto de Estado. Con un turismo al alza, que ha recobrado peso en la economía ante la debacle de la construcción, se trata ahora de proteger la cuenta de resultados de la compañía pública cotizada o penalizar sus ingresos y elevar los incentivos para ayudar a que las aerolíneas y sus clientes elijan España como destino.
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