En 1916 el piloto Salvador Hedilla fue el primero que logró viajar en un avión, fabricado con tela y madera, desde la Península a Baleares. Se convirtió en el primer turista que llegaba a Mallorca por este medio de transporte. Un siglo después, el aeropuerto de Palma recibe 25 millones de pasajeros al año y es uno de los más saturados de Europa durante la época estival.
El pasado mes de julio, en sábados sucesivos, se fueron batiendo los récords históricos de vuelos operados en el gran aeropuerto balear, marcando un hito el día 30, cuando se contabilizaron 1.100 movimientos. En septiembre, también fue el quinto aeropuerto con más retrasos de Europa. Sin embargo esta congestión no sucede en temporada baja, entre noviembre y marzo, cuando hay entre 200 y 300 movimientos diarios de aviones.
“Aunque no estemos hablando del peor aeropuerto europeo en cuanto a demoras, las cifras no dejan de ser muy mejorables”, apunta Raúl Cabello, controlador aéreo del Centro de Control de Palma de Mallorca, quien propone algunas medidas para mitigar el problema: “Mayor adecuación de los sistemas de gestión de la afluencia del tránsito aéreo (los famosos slots) y actualizar los procedimientos operativos para hacer frente a las necesidades del tráfico actual”.
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