Sus elementos de trabajo son aviones de cientos de toneladas de peso, que se mueven a velocidades superiores a los 900 kilómetros por hora y en los que viajan centenares de personas. Por eso no es de extrañar que controlador aéreo sea una de las profesiones sometidas a más estrés. “Tenemos que tomar continuamente decisiones con muy poco tiempo de reflexión y las consecuencias de un error pueden ser catastróficas para la vida humana”, argumenta Fernando Marián de Diego, vocal Técnico de la Asociación Profesional de Controladores de Tránsito Aéreo (APROCTA).
El descanso es la principal herramienta de la que dispone el controlador para evitar la fatiga mental. Las normas de aviación civil estipulan pausas por cada dos horas trabajadas. Además, las posiciones de control están diseñadas para no añadir elementos estresantes adicionales. Ausencia de ruido, una luz adecuada o una temperatura agradable son factores que se cuidan al máximo para que “todos los recursos mentales y energía del controlador los dedique el trabajo”, prosigue Marian. Aun así, no todos aguantan la presión y algunos lo dejan. “La responsabilidad agota. Aprendes a convivir con ella, pero nunca te abandona del todo”.
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